En los próximos años, Europa tiene que ser un espacio en el que la sostenibilidad ambiental y la igualdad social estarán profundamente implantadas. Para ese entonces, la transición hacia energías renovables habrá transformado el panorama energético, reduciendo las emisiones de carbono y garantizando una Europa libre de energías fósiles y de empresas eléctricas que monopolizan la energía y generan desigualdad y pobreza. Las políticas ecológicas estarán centradas en la justicia social, promoviendo la inclusión de todas las personas, independientemente de su origen, género o situación económico. La igualdad de género será fundamental. La educación y la salud serán públicas y de calidad, siendo uno de los elementos fundamentales para reducir las disparidades sociales y ofreciendo servicios de calidad para todos y todas. Las ciudades estarán diseñadas para ser más sostenibles, y accesibles, con espacios verdes, transporte limpio y viviendas energéticamente eficientes. Europa en 2040 será un referente global, donde el respeto por el medio ambiente y los derechos humanos serán los motores del progreso y el bienestar común.